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Ronda de diálogos sobre anécdotas de aprendizaje

Por Francisco Diez y María Paola Felibert
Coordinadores de “La ronda de diálogos sobre anécdotas de aprendizaje” realizada en el XII Encuentro de Mediadores en Red, Vaquerías 2018

 

Publicado en revista la trama – Nº 60 – Febrero 2019

 

El propósito de la Ronda de Diálogos sobre Anécdotas de Aprendizaje
que se realizó en el encuentro de Vaquerías fue compartir situaciones
puntuales que nos resultaron muy significativas para nuestra práctica, en el
contexto de las mediaciones que hemos realizado.
Para que fuera más fructuosa la experiencia, invitamos a tres expertos a
reflexionar sobre cada anécdota que fue relatada por las propias mediadoras
que las protagonizaron. Con su habitual generosidad, Marinés Suares, Zulma
Dinca y Alejandro Nató dialogaron sobre sus impresiones a partir de los relatos,
para repensar y crecer en nuestro arte de mediar.
De este modo, los expertos destacaron algunos puntos para analizar: las
habilidades del mediador que definen la competencia específica del rol, tanto
en la parte técnica como teórica, y que se reflejan en su actitud frente al
conflicto de las partes; la necesidad de trabajar sobre los propios supuestos
para que su flexibilidad nos permita mayor capacidad de adaptación a los
cambios y situaciones que se nos plantean, habilitándonos para transitar cada
reunión; la actitud del mediador frente a sus propias emociones y temores; la
posibilidad de atreverse a nuevos desafíos, sin descuidar los necesarios
monitoreos de las intervenciones.
También resaltaron la importancia del lenguaje no verbal y del valor de la
mirada; de generar un contexto para que circule la palabra, co-construyendo un
espacio superador donde conectarse con el otro sea un verdadero saber.
Recalcaron la entrega personal de cada uno, con su compromiso para sostener
que siempre hay futuro.

Ese rico intercambio nos permitió no sólo disfrutar de muy buenas
narrativas, también nos ayudó a rever nuestra práctica desde la experiencia de
otros, mirarnos en el espejo de los mediadores, y también reírnos un poco
(¿por qué no?).
A continuación, compartimos siete anécdotas que nos enviaron para
publicar, aclarando que no se trata de un artículo académico, ya que la
propuesta tuvo como objetivo generar un espacio participativo que abra la
puerta a diferentes operadores, ámbitos, experiencias y mesas de mediación,
desde la visión del mediador.

 

“Niñ@s en mediación”. María Susana Rocchi
El papá solicitó la reunión de mediación para pedir el cuidado personal
de su hija de diez años. La madre, extrañada, dijo que hacía meses que no la
veía. Él la culpaba por eso y ella juraba que era la niña la que no quería ir.
—Quisiera que la escuches —le dijo la mamá.
—¿Cómo voy a escucharla si no me habla? —contestó el padre.
Esa fue la llave que me permitió posibilitar la participación de la niña. La
reunión con Guadalupe fue maravillosa, su voz apareció: “Yo antes iba con mi
papá los sábados y comíamos pochoclo en la cama mientras mirábamos
películas, pero ahora ahí está su novia comiéndose mi pochoclo… Yo quisiera
estar el sábado sólo con él”. En la reunión con su papá, Guada ni lo miraba,
pero luego ella pudo hablar. Lloraron y se abrazaron. Estaban felices. No hubo
acuerdo.
La participación de los hijos es necesaria cuando se están trayendo a la
mesa cuestiones que los involucran. Como mediadora, aprendí a liberarme de
los miedos, a tocar la intuición y a escuchar a la niña, que sus deseos y
preocupaciones aparezcan.
El acuerdo no es un parámetro de éxito. La mediación va más allá. Los
objetos de la mediación muchas veces ocultan los verdaderos deseos. 3

Reflexiones de la mesa de expertos: La importancia de la comunicación
analógica en ese abrazo entre padre e hija dice más que cien palabras. El caso
estaba empantanado y la mediadora se atrevió a realizar una entrevista con la
niña. ¿Qué hubiera pasado si se continuaba por la vía judicial, con un rótulo de
SAP quizás?, ¿tenemos derecho los mediadores a no favorecer esta vía de
encuentro? No fue necesario firmar nada, ya que la mediación va más allá de
un acuerdo escrito para homologar para que tenga valor de sentencia, se trata
de la resolución de situaciones problemáticas.

 

“No todo es lo que parece”. María Dolores Suárez Larrabure
Se trata de una mediación por cobro de pesos de una tarjeta de crédito.
La compañía está representada por su abogada, la doctora Córdoba, que
ejecuta por falta de pago al señor Gómez, que viene acompañado de su
esposa, la señora López. Hago pasar a todos. Terminado el discurso inicial, el
señor Gómez dice que mandó a pagar a la señora López, que ella pagó, que el
pago debe estar registrado y que hay una equivocación. La doctora Córdoba
manifiesta que no están efectuados los pagos, que los resúmenes fueron
recibidos y pregunta a la señora López dónde efectuó los pagos.
Luego de un silencio, la señora López manifiesta que no hizo el pago
porque estaba muy enojada con el señor Gómez. Comienza a insultar a su
marido: “Infeliiiiiiiiz, desgraciadoooo… ¿Qué es esto de la Casa del amor?
¿Dónde queda? ¿Vos querés que yo pague tus saliditas….”. Todos nos
quedamos helados. Yo mediadora, con cara de póker, le sirvo agua, pongo mi
mano sobre su hombro y miro al señor Gómez interrogando primero con mi
mirada, unos segundos. Luego le pregunto: “¿Hizo o no hizo este gasto, señor
Gómez?” El señor Gómez manifiesta que jamás usó la tarjeta en un lugar
llamado así. La señora López le grita: “¡Fuiste los últimos 3 meses infeliz!” (y
muchos improperios).
Pido tranquilidad y respeto. Yo pensaba: “¡Estoy haciendo una
mediación familiar!”. El abogado del señor Gómez dice: “¡Desconocemos ese
gasto!”. El señor Gómez le dice a la doctora Córdoba con firmeza: “¡Yo 4
desconozco ese gasto!”. La doctora Córdoba le contesta: “Debió haberlo hecho
hasta treinta días después del vencimiento del resumen”.
Les pido a todos calma y solicito a la doctora Córdoba si puede llamar a
la empresa, porque si bien no desconocieron el gasto a los treinta días, como
consumidores tenían derecho a la información del origen del gasto.
La doctora Córdoba se comunica con la compañía y ríe mientras le dan
la respuesta. Cuando cuelga dice: “Se trata de ‘la casa del amor-tiguador’ y el
señor Gómez pagó en tres cuotas!”. La señora López enmudece y rompe en
llanto, besa delante de nosotros al señor Gómez, pide disculpas a todos y
propone pagar de contado la deuda al otro día. Todos reímos, nos miramos,
sirvo nuevamente agua, pero esta vez con espíritu de brindis.
Hablamos de los malos entendidos, acudo a la generalización diciendo
que “todos alguna vez malinterpretamos el lenguaje digital…”. Hago el acuerdo
con una risa que inunda mi garganta pero por respeto disimulo, firmamos y
despido a todos con un abrazo. ¡Cuánta paz dejó en esa casa esta mediación!
Mantener la calma. No dejarse llevar por los prejuicios. Cómo pasar de
las posiciones a los intereses, necesidades y deseos. Las partes en conflictos
pueden no ser las que aparecen formalmente en el requerimiento de
mediación, por lo que podemos ampliar la mesa. Ayudar a las partes a
distinguir la historia que “imaginan” de los hechos que sucedieron, recordando
que el mapa no es el territorio. El mediador con inteligencia emocional dirige el
proceso.

Reflexiones de la mesa de expertos: En cuanto a la toma de decisiones
debidamente informadas: ¿cuántas veces como mediadores ayudamos o no a
los mediados para que busquen la información necesaria antes de tomar una
decisión? La transformación de las mediaciones en la sala puede marcar la
diferencia entre la carátula del caso y lo que ocurre en el encuentro. Vale
destacar la postura del señor al no aceptar un cargo que no le correspondía y
defender su posición, como la sonrisa de la abogada de la compañía cuando
volvió de hablar por teléfono.

 

“Un antes y un después de mi participación en el programa de
convivencia y mediación escolar”. Alicia Noemí Bauman y Analía Portela
En la Sala de Convivencia y Mediación de una escuela están
presentes alumnos/as mediadores/as para socializar su experiencia con
estudiantes universitarios. Pablo, alumno mediador de sexto grado, comparte
que “ser mediador le ayuda a encontrar un camino para tratar de cumplir con
las reglas de convivencia y resolver los conflictos sin violencia”. Afirma que «la
mediación le permite cambiar tanto la manera de reaccionar como la forma de
ver la vida y los conflictos”. Reconoce que antes de este aprendizaje “se
enojaba mucho cuando se peleaba y respondía con violencia”. Ahora lo
resuelve de otro modo, gracias a las habilidades adquiridas como mediador.
Se refiere a un antes y un después, a “un camino que quiere seguir, aunque le
cueste”. Todos nos quedamos sin palabras, admirados por su experiencia y
emocionados por sus logros, junto con una profunda confirmación de nuestra
tarea.
Experiencias como esta nos confirman en el camino de la mediación
educativa. Señalamos la importancia del aprendizaje de herramientas de
negociación y mediación para el abordaje de los conflictos; reconocer la
intervención de un tercero como facilitador de la comunicación y que posibilite
el encuentro con el otro. Se trata de aprender a tramitar el conflicto a través
de la palabra y no de la acción. En definitiva, estamos marcando una hoja de
ruta posible para la vida.

Reflexiones de la mesa de expertos: El gran cambio que experimentó un niño-problema a partir de su paso por la formación como mediador es un claro
ejemplo de cómo esto nos transforma y de la importancia que tiene el
establecimiento de la mediación en las escuelas, que trasciende la resolución
de un conflicto, ya que está trazando una hoja de ruta para la vida de los niños,
que serán los adultos del mañana.

 

“Mediación en Educación, importancia del reconocimiento más allá de las
jerarquías”. Silvia Reynoso y Mónica Yamaguchi
Las partes son Ana, la directora de escuela, y Juan, el portero. Cada uno
siente la escuela como propia. Hace un tiempo que Ana observa que Juan está
muy serio y distante con ella. Ante la negativa de él de conversar sobre el
tema, ella recurre a mediación.
En la reunión conjunta, Juan le puede decir a Ana que se siente molesto
porque siempre trabaja de la mejor manera que sabe hacerlo, que se esfuerza
mucho porque la escuela es como su hogar, y sin embargo, en los actos
escolares, Ana agradece el trabajo y la presencia de todos, pero jamás lo
nombra.
Ana muy conmovida le pide disculpas y le dice que se conocen hace
tantos años que obvió el agradecimiento hacia él porque ella siempre sabe que
todo estará perfecto. Un final emotivo como este da sentido a nuestra
profesión.
Aprendimos sobre la importancia que tiene el espacio de mediación para
generar un clima de confianza y así dialogar de igual a igual, aun en una
relación de jerarquía asimétrica como esta. Cuando él le dice que nunca lo
nombró para agradecerle su trabajo en los actos, sabiendo que dejaba “todo
por la escuela”, ella no podía creer lo que estaba escuchando, ya que siempre
lo consideró “su mano derecha”.

Reflexiones de la mesa de expertos: Es un buen ejemplo de la inmensa
dificultad que tenemos para legitimar, ya que implica no sólo encontrarvisualizar las cosas positivas de los otros, sino animarnos a expresarlas. Hay
dos situaciones que lo dificultan, según puntualiza Marinés Suares: una de
ellas es la proximidad, lo cotidiano, lo repetitivo, que por ser habitual lo
obviamos; la otra, que surge de su investigación y reflexión personal, es que
cuesta más a los hombres legitimar a las mujeres y viceversa. 7

 

“El protagonismo de las partes del conflicto o del proyecto de vida
familiar”. Alicia González Vitale
En una mediación familiar una madre demanda al padre por régimen de
comunicación y alimentos a favor de su hijo. El padre se encuentra en estado
vegetativo, según los médicos sin posibilidad de comunicación alguna. La
primera impresión fue “no es posible mediar porque no habrá protagonismo”.
Al contactarme con la conflictiva familiar tomo conocimiento de que el
padre tenía un proceso de restricción de capacidad jurídica en trámite, una
curadora designada (su segunda esposa y madre de su segunda hija). En la
familia había mucha conflictiva y varios juicios, lo que me llevó a reflexionar
sobre quiénes son las “partes” del conflicto y, en función de ello, tomar la
decisión de invitar a los miembros de esa familia a mediar.
La mediación familiar requiere un análisis más complejo sobre el
entramado relacional, de manera que permita a los miembros de la familia en
conflicto participar del proceso de mediación. Se trata de diseñar un proyecto
de vida a futuro entre los integrantes de la familia que acepten participar y que,
desde una mirada sistémica, cibernética, los acuerdos que puedan construir
beneficien a sus miembros sanguíneos y afectivos.

Reflexiones de la mesa de expertos: Cuando estamos frente a un tema familiar
debemos preguntarnos quiénes integran esa familia, a quiénes debemos
convocar, más allá de lo que figure en el expediente. Cuando hay menores de
diferentes madres involucradas es posible trabajar con ambas por el bien de los
hijos: ¿es tan difícil, como lo supone la cultura, que la ex y la nueva se pongan
de acuerdo en beneficio de los hijos de ambas?

 

“¿De qué hablamos cuando hablamos de imparcialidad? ¿Y cuándo las
partes no la vivencian?” Silvia Viviana Reynoso
En el Servicio Público de Mediación, trabajamos en co-mediación. En
esta oportunidad la mediación es del ámbito familiar: Federico y Viviana, una
ex pareja que necesitaba resolver cuestiones del régimen de comunicación con 8
respecto a su niño de cinco años. Ya había transcurrido una reunión conjunta y
privadas con cada parte; en la segunda reunión conjunta, Federico, indicando
con su dedo índice a mi compañera, nos dice: “Quiero expresarles que no he
sentido imparcialidad por parte de usted”. “La verdad, sentí que apoyabas a
Viviana”, continúa, indicando con su mano a su ex pareja, y manifiesta: “Me
sentí muy incómodo en la reunión anterior”.
Mi compañera agradece su apreciación y evaluación de lo ocurrido; y
despacito, primero en silencio, con cautela, y luego con la “magia de la comediación” podemos abordarlo, trabajarlo y revertirlo.
La maravillosa enseñanza de esta anécdota fue apreciar la
gran profesionalidad de mi compañera en aceptar lo vivenciado por la parte; su
gestión precisa, adecuada, de las emociones; y el convencimiento de que la co-mediación es un arte y una gran posibilidad de acompañar, gestionar y abordar
situaciones de conflicto.

Reflexiones de la mesa de expertos: Se resalta la actitud de solidaridad entre
los co-mediadores; la confianza en el equipo y el valor incalculable que tiene el
co-mediador en situaciones difíciles.

 

“La comunicación es posible a pesar de algunas limitaciones”. Inés
Josefina Cano Cristini
Las partes en la reunión tenían dificultades de comunicación, eran
sordomudas, y concurrieron a la audiencia conjunta con sus intérpretes
respectivos y abogados de partes. Como mediadora del caso me costó
adecuarme a la situación, ya que en el requerimiento no había mención alguna
de ello, por lo que realicé las intervenciones posibles conforme a las
herramientas comunicacionales, tomándolas según mi criterio.
El desarrollo de la mediación se fue dando en forma paulatina, un gran
desafío para todos y para mí, ya que era una experiencia nueva para la cual no
sabía que estaba preparada. Las partes, con las limitaciones del caso,
colaboraron plenamente finalizando en un acuerdo. 9
Comunicarse es posible a pesar de las limitaciones que pudiera haber y
el mediador está preparado, aunque no lo sepa. Debo destacar que luego de
haber participado como mediadora judicial en este caso, estoy estudiando el
lenguaje de señas.

Reflexiones de la mesa de expertos: Se destaca la importancia de la
convocatoria de los traductores y los abogados y la plasticidad de los
mediadores para poder mediar en casos que presentan un gran nivel de
adaptación a condiciones diferentes. Se rescata el valor de la comunicación
analógica y las dificultades que se presentan cuando “la digital” no es
comprendida en forma directa, pero puede ser compensada por los
traductores, aunque… ¿puede traducirse lo analógico?

 

Como decía la carta invitación, hemos conocido todo tipo de mesas y
nos hemos sentado en diferentes sillas, pero de cada encuentro nos ha
quedado una experiencia y para crecer necesitamos compartirla: las reuniones buenas, las malas, las que nos hicieron llorar en un rincón de la sala, la que
nos dejaron angustiadas/os, las que nos hicieron reír de nosotros mismos y
sonreír a los otros, las que nos hicieron sentir como autitos chocadores. Todas.
Agradecemos estos valiosos aportes y la generosidad de las participantes por
sumarse a esta propuesta de trabajo, que tanto nos dejó a todos los que
compartimos este espacio.

Francisco Diez

VISTO
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