«La mediación elimina toda forma de violencia»
Entrevista a Francisco Diez - Salta, enero 2015
Francisco Diez, abogado y mediador, especializado en conflictos sociales, analiza el método como una herramienta revolucionaria que llegó para desafiar estructuras verticales.
¿Cómo se define la mediación comunitaria?
Es un método no judicial de resolver conflictos entre ciudadanos y vecinos de una comunidad, en el que un tercero imparcial que les genera confianza los asiste en el proceso de encontrar soluciones aceptables para todos, incluyendo a la comunidad.
¿Cuál es la base política y filosófica de la mediación?
La base política es el espíritu de convivencia que anima a la democracia, porque la esencia de la mediación es la búsqueda del consenso a partir de la aceptación y no sólo el respeto sino la valoración de las diferencias. Filosóficamente, la mediación es una expresión del humanismo que pone en el centro de sus preocupaciones al ser humano en su integridad.
La mediación socava poco a poco los bolsones de autoritarismo presentes en la comunidad y abre la puerta a procesos de cambio social que van a desafiar todas las estructuras con jerarquías verticalizadas. Por eso también genera tanta resistencia.
A partir de su implementación ¿Qué se modifica en términos de participación ciudadana y qué pasaba antes? ¿Cuál es su importancia en el funcionamiento de la justicia y de qué manera impacta en su administración?
Lo que trae la mediación es una oportunidad que antes no existía. El acceso a la justicia es algo lejano, difícil, costoso y distante para la gran mayoría de los ciudadanos. Si usted tiene un conflicto que no puede resolver directamente con el otro, la idea de meterse en un juicio es parecida a la de entrar en un laberinto lleno de peligros y riesgos desconocidos. Lo más probable es que no haga nada, que se las aguante. La mediación comunitaria, generalmente accesible para personas de bajos recursos, es una respuesta efectiva. Según las estadísticas comunes, dos tercios de los casos que entran a mediación no llegan nunca a juicio, aunque no se resuelvan en mediación. Esto quiere decir que el Estado está brindando una respuesta para una necesidad que la justicia no atendía antes.
La disminución de causas judiciales gracias a la mediación no es demasiado significativa, aunque con el rodar del sistema el impacto muestra ser muy positivo. En Capital Federal, donde la mediación prejudicial se practica desde hace más de 20 años, el impacto en el sistema judicial es apreciado como positivo por todos los sectores, incluso por aquellos que se opusieron férreamente al inicio.
¿Qué indicador cualitativo se evalúa -o usted considera necesarios- para determinar modificaciones o avances desde que se implementó en Salta?
A mi modo de ver hace falta trabajar muy en contacto con los usuarios del sistema. Los abogados y los jueces, junto con los mediadores locales, deberían tener acceso al proceso de “ajuste” del sistema, privilegiando el servicio que se presta al ciudadano. El problema de la justicia es que muchas veces sus operadores se olvidan de que no es solo un trabajo, sino que están prestando un servicio público esencial para que funcione la democracia.
¿Se puede pensar la mediación como una herramienta revolucionaria en términos de distribución de la justicia?
Por supuesto que sí, siempre que los mediadores y los funcionarios a cargo de implementar la política de Estado abracen su tarea con la pasión de los transformadores. La mediación implica abrir la puerta a soluciones creativas que se ajustan a las necesidades de sus protagonistas y no siempre a las preferencias de la cultura dominante o de los poderosos de turno. El punto clave para entender el valor revolucionario de la mediación es que elimina todo tipo de “violencia” como opción. La Justicia “obliga”, el Estado “impone” pero en la mediación se hacen acuerdos voluntarios, lo que según la etimología de la misma palabra (cordis) indica que aquello que se involucra es el corazón de las personas.
¿Cuáles son los límites de la mediación?
Los límites los ponen siempre los protagonistas del conflicto y por supuesto las leyes. No se pueden hacer acuerdos ilegales o que involucren derechos indisponibles o afecten a terceros. Pero como metodología, yo he trabajado conflictos de la más variada naturaleza. Desde conflictos familiares e interpersonales de todo tipo, a conflictos comunitarios o públicos entre países o entre fuerzas políticas opuestas, o entre sectores armados enfrentados.
¿Cómo mejoraría usted el sistema de mediación en Salta? ¿Qué modelo le parece que es el más apropiado para esta sociedad?
El modelo más apropiado es el que la misma sociedad se ocupe de generar. La instalación de la mediación, por más que se intente, no puede sostenerse si viene “desde afuera”. El único secreto es mantener la coherencia: si buscamos que los conflictos se procesen por consenso la instalación del método tiene que buscar consensos. Eso no quiere decir “ceder” ante las presiones de algún sector en particular, sino todo lo contrario, involucrar a los protagonistas y ayudarlos a trabajar seriamente en el servicio al ciudadano.
¿Por qué se dedica usted a la mediación?
Porque es lo que soy. Soy un mediador desde antes de abrazar la mediación como una profesión.
Francisco Diez es abogado y mediador. Fue secretario y jefe de gabinete del Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina, trabajando luego con el ex Presidente Raúl Alfonsín. Se desempeñó como mediador en conflictos interpersonales, familiares, comerciales y judiciales, de ocupación de tierras, de límites entre Municipios vecinos, en la fusión de culturas empresarias diferentes, en negociaciones entre legislaturas y ejecutivos, entre comunidades y empresas y en conflictos políticos y sociales a nivel internacional. Trabajó como consultor independiente y experto de Naciones Unidas y el Centro Carter y brindó capacitación en manejo de conflictos con William Ury, Sara Cobb y John Paul Lederach. Es co-autor de “Herramientas para Trabajar en Mediación” (2009) con Gachi Tapia y de “Mediación Internacional en Venezuela” (2012), con Jennifer Mc Coy www.franciscodiez.com.ar
Actualmente trabaja con John Paul Lederach en el Proyecto “Matriz de Acuerdos de Paz” de la Universidad de Notre Dame, Indiana, EE.UU. y está a cargo de los Programas para América Latina de la Whitaker Initiative for Peace and Development, creada y presidida por el actor Forest Whitaker, Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO.