Recursos

Dos años compartiendo en comunidad

Por Francisco Diez
Marzo 2022

En los años ‘90 trabé relación con William Ury y me quedó grabada una conversación en la que él me dijo que lo maravilloso del conocimiento -a diferencia de la experiencia que se tiene con las cosas materiales- es que cuando lo entregas no lo pierdes, sino que te enriqueces. Todo producto de conocimiento que repartes con generosidad, no se te va de las manos, al contrario, te vuelve multiplicado por otras y otros que lo aprovechan y transforman.  Ya entonces me molestaba ver cómo algun@s colegas retaceaban las filminas y los materiales de los entrenamientos en mediación, o los casos y ejercicios que elaborábamos para enseñar, escondiéndolos bajo el argumento de la propiedad intelectual.

Recuerdo que en un viaje a Bolivia fui a dar una pequeña charla en un curso de mediación que estaba a cargo de un equipo de ex-alumnos míos de la Fundación Unir. Cuando vi los materiales que habían entregado a los participantes, descubrí que eran las mismas “filminas” y ejercicios que yo había preparado para capacitarlos a ellos, con algunas adaptaciones.  ¡Sentí tanta satisfacción! Me produjo una enorme alegría ver que seguían utilizando materiales que yo había diseñado hacía tiempo ya. Me propuse entonces tener algún espacio virtual en el cual compartir el conocimiento aprendido y producido durante tantos años de trabajo. En el 2009 adquirí el dominio www.franciscodiez.com.ar  con la idea de abrir una consultora en transformación de conflictos, junto con mi querida colega Jimena Psathakis. Desarrollamos algunos proyectos con empresas, y luego la iniciativa evolucionó hacia otros rumbos y la aspiración de tener un website quedó postergada.

A mediados de 2019 me encontraba sobrepasado por la demanda laboral y comencé a buscar alguien que me ayudara, para lo cual decidí lanzar una convocatoria abierta.  Me sorprendí mucho cuando Irina Chausovsky, una mediadora experimentada, me escribió diciéndome que le gustaría trabajar conmigo y lo primero que pensé es que ella estaba “sobrecalificada” para lo que yo necesitaba.  Lo comenté con mi madre quien me sugirió que lo repensara, ya que conociéndola, para ambos podía ser una muy buena oportunidad el trabajar juntos. Tuvo toda la razón. Hablé con Irina y le conté que tenía ese viejo dominio de internet y que mi ilusión era concretar aquella idea de tener un espacio virtual donde alojar conocimientos, experiencias, información y materiales que estuvieran disponibles para quien quisiera aprovecharlos. Ella se entusiasmó y comenzamos la aventura del sitio web.

A partir de ese momento todo empezó a fluir de maravillas. Me propuso contratar a los jóvenes de la consultora Visto, de Paraná, quienes inmediatamente entendieron el concepto y además siempre apuntaron a mejorarlo y darle mayor vuelo.  Me presentaron una primera propuesta y se la mostré a mi esposa Margarita, experta en comunicación, que me dio varios consejos. Y para sumar presencia y dinamismo, los consultores de Visto incorporaron el manejo de redes sociales.

Finalmente, hace dos años, inauguramos el sitio y las redes de esta comunidad.  El sueño se hizo realidad. En este tiempo fuimos buscando nuevas y mejores maneras de contribuir con el campo de la transformación de conflictos. Cuando llegó la pandemia ya teníamos la plataforma en funcionamiento y su potencial se expandió. Se convirtió también en un espacio de encuentro con colegas y maestros. Pedimos y recibimos aportes de otros mediadores y mediadoras y aspiramos a que muchos sigan sumando contribuciones que enriquezcan los contenidos del espacio.

Hace tiempo entendí que para construir buenas realidades lo único que hace falta es reunir buenas ideas y buena gente y echar a rodar conversaciones sobre cómo hacerlo. Eso fue exactamente lo que pasó. Y en cada rueda de conversaciones, en cada ampliación del proyecto, siento que mi corazón se llena un poco mas de alegría y satisfacción.  A veces me da pudor que esté mi nombre por todas partes, en el sitio, las redes y la comunidad, y que parezca muy egocéntrico. Pero entendí que es una responsabilidad que asumí (la de brindar y sostener el espacio) sintiendo asimismo que a esta altura de mi recorrido también es parte de lo que quiero dejar en mi paso por este plano vital.  ¡Hay tanto por hacer!  Las transformaciones culturales y existenciales que necesitamos para evolucionar como seres humanos y aprender a construirnos un mundo sin violencia son tan profundas, ¡que la tarea es inmensa!. Todo lo que podamos hacer para contribuir con ese cambio, por mínimo que sea, justifica nuestro esfuerzo. ¡Estoy feliz de ser parte de este equipo y los invito a acompañarnos para que el campo de la construcción de paz siga creciendo!

Francisco Diez

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